Hamlet bailando Satie
(Desvaríos noctambulares)
Llegué al Teatro Cervantes y fui con mis compañeros al paraíso (el aforo más alejado y más barato). Para ver una obra de teatro en el Cervantes no recomiendo el paraíso, porque cuando los actores hablan bajo apenas se les escucha. Y por si fuera poco, al estar en plazas de tablones de madera incómodas se oían crujidos al mínimo movimiento de culos inquietos. Menos mal que releí la obra antes y la seguí sin problemas. Estuvo muy bien, se trataba de una adaptación contemporánea de Lluís Pasqual, fiel al texto de Shakespeare casi en su totalidad, sólo algunas frases variadas acordes a su referencia moderna. ¡El reparto genial! Hamlet era Eduard Fernández y la reina Marisa Paredes. Al principio, el tono de voz tan marcado de Eduard no convencía, pero en su desarrollo a la locura lo volvía brillante. Esa parte es genial, menudas risotadas antes de la tragedia. Me fijé en cómo se hizo un silencio sepulcral cuando comenzó el monólogo de “ser o no ser”… A lo largo de la obra hubo pequeños cambios y se suprimieron frases y algunos detalles, esperaba el momento en el que Hamlet le reprochaba con astucia a Ofelia aquello de “tan breve como el amor de una dama”, pero en esta adaptación Ofelia no está presente durante la representación de los cómicos.
Tras el contundente final y los aplausos de los asistentes, el saludo de los actores, retorno de estos a su público, más aplausos, repiten saludo los intérpretes, salen, vuelta al escenario… todos nos fuimos.
Salí emocionado, la locura de Hamlet me contagió y mi cuerpo bullía y me animaba a hacer y a decir cosas que de otro modo no conseguiría con mi estado normal (que tampoco suele ser totalmente cuerdo).
Ahora vuelvo a escuchar Satie, y el Gymnopedie nº 1 vuelve a flotar con mi mente por el estudio como el humo de un cigarro. Por supuesto (por suerte o por desgracia), el arrebato hamletiano se disipó.
No voy casi nunca al teatro, por eso esperaba con entusiasmo la función de anoche, nada más y nada menos que Hamlet.
El tren me llevó hasta el centro. Me gusta ir en tren porque la selección musical es muy buena, suelen poner piezas clásicas, temas de películas o jazz. De sus tres vagones, el central no tiene música, elijo el último. Había mucha gente joven, algunos disfrazados, entonces recordé que en un pueblo cercano se celebraba un salón del cómic, me hubiese gustado pasarme a verlo. Un par de chicas iban disfrazadas de personajes que reconocía; en los chicos no me fijé mucho. Pasé al último vagón, Gymnopedie nº 1 de Satie sonó, su piano parece etéreo, cuando comienza la melodía no sé si me resulta alegre o triste, pero cuando cambia el tema y termina sí que me parece doliente.
Llegué al Teatro Cervantes y fui con mis compañeros al paraíso (el aforo más alejado y más barato). Para ver una obra de teatro en el Cervantes no recomiendo el paraíso, porque cuando los actores hablan bajo apenas se les escucha. Y por si fuera poco, al estar en plazas de tablones de madera incómodas se oían crujidos al mínimo movimiento de culos inquietos. Menos mal que releí la obra antes y la seguí sin problemas. Estuvo muy bien, se trataba de una adaptación contemporánea de Lluís Pasqual, fiel al texto de Shakespeare casi en su totalidad, sólo algunas frases variadas acordes a su referencia moderna. ¡El reparto genial! Hamlet era Eduard Fernández y la reina Marisa Paredes. Al principio, el tono de voz tan marcado de Eduard no convencía, pero en su desarrollo a la locura lo volvía brillante. Esa parte es genial, menudas risotadas antes de la tragedia. Me fijé en cómo se hizo un silencio sepulcral cuando comenzó el monólogo de “ser o no ser”… A lo largo de la obra hubo pequeños cambios y se suprimieron frases y algunos detalles, esperaba el momento en el que Hamlet le reprochaba con astucia a Ofelia aquello de “tan breve como el amor de una dama”, pero en esta adaptación Ofelia no está presente durante la representación de los cómicos.
Tras el contundente final y los aplausos de los asistentes, el saludo de los actores, retorno de estos a su público, más aplausos, repiten saludo los intérpretes, salen, vuelta al escenario… todos nos fuimos.
Salí emocionado, la locura de Hamlet me contagió y mi cuerpo bullía y me animaba a hacer y a decir cosas que de otro modo no conseguiría con mi estado normal (que tampoco suele ser totalmente cuerdo).
Ahora vuelvo a escuchar Satie, y el Gymnopedie nº 1 vuelve a flotar con mi mente por el estudio como el humo de un cigarro. Por supuesto (por suerte o por desgracia), el arrebato hamletiano se disipó.
Hacerse el loco trajo finalmente malas consecuencias a Hamlet, pero hay que considerar que el príncipe de Dinamarca no fue, para nada (y en términos de este estudio), como un cantautor mudo.
Ser o no ser, locura o mudez. ¿Cuál es el término medio y cuál es la actitud acertada? He ahí mi dilema.
Fotografía: Eduard Fernández (Hamlet) y Marisa Paredes (reina Gertrudis).
9 Comments:
Gracias, cantautor-no-mudo, por este post.
Mis saludos delunes para ti.
PD: Estoy pensando...(No sabría responder ahora a ese dilema)
Quizá oscilemos?
Entre el ser y el no ser,
la locura y la mudez...
Besitos dramáticos!
que pechiocho Hamlet...
hace siglos que no voy al teatro y la verdad me muero de ganas XD , ademas ver una obra como esta tiene que poner los pelillos como escarpias!!
besos hermoso caballero.
PD:a ver si un dia de estos cuelgas alguna cancion con piano y nos deleitas
Eduard Fernández es un GENIO.
Me da una rabia haberme perdido esa representación... ¡a quién se le ocurre hacer sesión única!
Yo he visto casi todos los hamlets adaptados en el cine, y me encanta.
¡Métete en un convento!
¡Mi muy querida Insanity! “Insanity” significa locura, ¿verdad? Me pregunto porqué te llamas así... mi impresión de ti es justamente contraria. ¿Quizás vuelves locos a los hombres? Jeje.
Un saludo con reverencia y alocado.
Najwa: sí, creo que realmente oscila nuestra cordura entre la locura y la mudez. ¿Resolviste el dilema? ¡No te pareció tan difícil!
Un saludo dramático, pues.
Súcubo: Sí, la obra puso los pelos como escarpias y más. ¡Apúntate a la siguiente salida al teatro!
Un saludo, oh bella dama, y con beso en el dorso de la mano.
Respuesta al "P.D.": Mmm, se podría decir que has descubierto mi intención en una futura sección en proyecto. Pero todavía no es seguro...
Reflejos: Me estoy poniendo al tanto de su obra completa. Haces muy bien en escucharlo. ¿Me facilitas el enlace en el que hablas de él?
Gracias mujer, tu saludo.
Don Mendo: ¡pues no sabes lo que le pasó a mi hermano! Al acabar la función fue a la cafetería del teatro... ¡y se encontró a Eduard Fernández y a Marisa Paredes! Por lo visto, Eduard Fernández bajó enseguida a tomarse una pinta de cerveza, jajaja. Consiguió autógrafo de ambos... yo me arrepiento de no haber estado en la cafetería. ¡Vaya!
Pero ahí no acaba la historia: ayer vio mi hermano "La tempestad" (el reparto es prácticamente el mismo que el de Hamlet, es la misma compañía) y... ¡se encontró de nuevo a Eduard Fernández! Y uno aquí con el programa sin garabatear...
Un saludo colega.
Bueno, no me los encontré en la cafetería del teatro, si no en el bar que hay justo haciendo esquina en el teatro, que está a unos diez metros de las escaleras por donde entra y sale el personal, actores, etc.
Completamente de acuerdo en lo de Eduard Fernandez, don Mendo.
me encantan las adaptaciones de Shakespeare, pero, realmente merece la pena ir a verle? De tu manera de plantearlo parece que sí. Así que a ver si convenzo a alguien. Hace no mucho vi una de Juli César, y se me volvieron a erizar los pelos de la piel.
A mi Satie más que humo, me recuerda a lluvia, que, suave, moja el cristal de tu ventana, una gota al principio, y luego todo el ventanal.
Bien apuntado, Moisés. Vaya suerte...
Santo Job: sí merece la pena, espero que llegue a tu ciudad.
Describes muy bien la música Satie. Tienes razón. Era la mente la que volaba como humo que subía por el aire.
Reflejos: encontrado y notificado. Gracias, mujer.
Saludos.
Hola, yo ví la obra el sabado en el teatro español, en Madrid, y fue realmente impresionante. Me encantó. La interpretación de Eduard Fernández es conmovedora, impecable, perfecta. Recomendable 100%.
Un saludo!
Laura.
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