miércoles, abril 12, 2006

La batalla entre la guerra y la palabra

(Tinta fresca)

Resumen y reflexión sobre el III Seminario Internacional de Reporteros de Guerra de Estepona.

Los días 4 y 5 de abril se celebró en Málaga el III Seminario Internacional de Reporteros de Guerra de Estepona. En este tercer año, el lugar de encuentro pasa a ser el Paraninfo de la Universidad de Málaga (mudanza que los estudiantes agradecemos). Lo bueno se hace esperar, quizás por eso la falta de puntualidad del evento, cuya inauguración (y demás actos de protocolo) se retrasó alrededor de una hora. Tan sólo hubo que echar un vistazo al programa para conocer el brillante elenco de ponentes; cierto es que la mayoría de estos repetía este año, pero según la intención de la organización, se pretendía recordar a los nuevos alumnos lo dicho en los dos años anteriores.
Fran Sevilla (RNE) comenzó recordando que las guerras se polarizan: una mentira contada mil veces se convierte en verdad. Denunció el seguidismo de la televisión, entendido como fórmula del espectáculo y analizó la formación del periodista, que debe ser ante todo comprometido. Sevilla nos recordó los tipos de guerra: olvidadas, invisibles y mediáticas; no dudó en criticar la política de George Bush con un chiste que hizo estallar a carcajadas a todo el público.
Tomó el relevo Bru Rovira (La Vanguardia) y nos habló de cómo la memoria histórica se va perdiendo. La guerras actuales no son batallas de soldados contra soldados, sino batallas cuya estrategia es el terror civil. Rovira apoyó su ponencia con palabras de Kapuscinski: el encuentro de la sociedad con el otro, los factores del conflicto entre ambos y manifestó la importancia de verse a sí mismo, que la verdad que perseguimos es complicada pero hay que llegar a ella a través de la experiencia.
Javier Bauluz (Freelance. Premio Pulitzer) no fue tan buen orador como sus dos compañeros anteriores, pero sus fotografías expuestas hablaron por sí mismas. Sin embargo, debido a los continuos problemas de sonido e imagen, a la desorganizada exposición y al desajustado horario, el público se impacientó. Bauluz definió su trabajo desde un punto de vista de los derechos humanos, con honestidad.
Pedro Pulgar (La Opinión de Los Angeles. EE.UU) empezó claro: el instinto básico del periodista es contarlo todo, cuanto más. Hizo un recorrido tecnológico del reporterismo de guerra (nodo, el video en Vietnam…) y clasificó los distintos tipos de corresponsales de guerra. Por último denunció la censura de EE.UU, que cerca la libertad a la hora de informar. Concluye rememorando a los civiles iraquíes que viven en sus casas la barbarie.
El humor de Ramón Lobo (El País) y su desparpajo conquistaron a los asistentes en la ponencia más amena y sonora en carcajadas. En una alocada y anecdótica biografía personal, Lobo ilustró cómo empezó en el periodismo, cómo nació su pasión. No faltaron los consejos a los futuros periodistas de la sala, citando de nuevo a Kapuscinski y la mirada del otro, la importancia de esta relación: hay que hablar con la gente, lo importante es el quién, estar ahí y escribir un reportaje que ha de tener sabor, color y olor.

Tras Lobo, subió al estrado Alberto Sotillo (ABC), que también aportó su concepción del periodista de guerra: La carrera del periodista se asemeja más a la de un corredor de maratón que a la de un velocista. Expone que existen periodistas mercenarios, que creen que salvan al mundo y al periodismo en cada una de sus crónicas. Para Sotillo, su labor no debería estar reñida por el buen estilo; sino más bien, el reportero de guerra debería asemejarse más a un filósofo que a un escritor. Sotillo comparó el sentimentalismo con el tremendismo, y asegura que el primero es más peligroso que el segundo. Finalizó su intervención considerando que el corresponsal de guerra debe aprender a compaginar la sangre fría que requiere un análisis de una situación con la capacidad de captar los sentimientos humanos.
Javier Espinosa (El Mundo. Corresponsal en Israel) nos habló de las diferentes técnicas usadas en un conflicto, de los peligros y las formas de trabajo en su profesión. Volvió a incidir en el factor espectáculo de la televisión (la guerra entendida como show) y en las noticias de “efecto inmediato”, en las que se corre el riesgo de ser falseadas. Además, Espinoza no duda en calificar al periodista occidental como afortunado, pues goza de ventajas que no poseen los civiles (chalecos, comida…): La única y básica misión del corresponsal es quejarse de las víctimas, respetar a la población que vive el conflicto.
El peso del seminario recayó en su ronda final en la figura de la mujer: Pascale Bourgeaux (RTV Belga) expuso su entrevista al sargento Gibson, quien disparó al Hotel Palestina y provocó la muerte de José Couso y Taras Protsyuk. Bourgeaux enuncia las claves del incidente, su punto de vista y la necesidad de un juicio y de una nueva investigación que clarifique estas muertes. Pues, de no celebrarse, sería como una segunda muerte.
Mercedes Gallego (Vocento. Corresponsal EE.UU) enfocó el punto de vista de la mujer en los conflictos y deja al público helado con sus anécdotas sobre las dificultades de la mujeres en la guerra de Irak, los sucesos no contados y controlados por EE.UU (mujeres violadas, humillaciones…) y, por consecuencia, los peligros a los que ella también se ha expuesto. Reconoce que las mujeres periodistas cada vez tienen mayor presencia en Irak, pero aún está desproporcionado: las mujeres somos el sexo débil en esto. Recuerda a Julio Anguita Parrado con emotivas palabras y concluye defendiendo que la labor del periodista no es servir a la empresa, sino a la noticia; y que mantener tus principios informativos es difícil pero posible.
Por último, se clausuró el seminario con un sentido homenaje a Julio Anguita, que contó con la presencia de la madre del periodista caído: Antonia Parrado. En cuanto a la organización del evento, el punto más flojo fue la eficacia del sonido, las conexiones informáticas del ordenador y los vaivenes del horario. La figura del periodista de guerra, la influencia y dominio de los mass media, las guerras olvidadas, los intereses gubernamentales, la censura, las anécdotas en el campo de batalla… Básicamente estos han sido los temas que han tratado los ponentes. Estos periodistas han presenciado el sinsentido de la guerra, el lamentable estado al que puede llegar el ser humano. Lo corroboró Fran Sevilla: Aunque salgas vivo de una guerra, nunca sales bien parado. Infundían ganas de ir con ellos, de ver con los propios ojos, de intentar comprender. Así se lo dije a Javier Espinosa, que me confesó que se vence al pesimismo con un poco de sentido del humor y cinismo.

Sin duda, este encuentro ha marcado mi formación no sólo como estudiante, sino como persona, una experiencia inmejorable. Seminarios como este hace reflexionar sobre la importancia de informarse, que es primordial para conocer qué pasa en este loco mundo. Damos gracias a los reporteros de guerra (o, mejor dicho, como Ramón Lobo redefine: reporteros anti-guerra), pues son esas moscas cojoneras (como Bru Rovira dijo) que están en medio de los dos bandos. Nos han demostrado que mil balas no pueden contra mil palabras, que la guerra no derrotará la impunidad de las palabras.
Cierro este resumen de lo vivido en el Paraninfo de la UMA con la siguiente anécdota de Ramón Lobo. El periodista de El País preguntó a un civil que vivía la guerra: ¿qué es la paz?
Aquella persona respondió: La paz es tener sólo miedo a las serpientes.


La mayor parte de este texto ha sido extraído de la columna original publicada en
Waiting at the station.

2 Comments:

Blogger Insanity dijo...

Carlos, gracias por este interesantísimo resumen.
El periodista debería repensar constantemente a respecto de la real importancia del rol que cumple, y del que debe cumplir.
Un gusto leerte.
Mis saludos

6:51 a. m.  
Blogger Carlos (Sr. Chow) dijo...

Efectivamente.
Gracias Insanity por tu interés.
El gusto es mío.

Un saludo susurrado, de madrugada.

4:09 a. m.  

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