viernes, julio 06, 2007

El favor

(Relatos bajo el flexo)

A veces, alguien que crees que no volverá a sorprenderte lo hace. A Sergio le ocurrió, comenzó con una llamada telefónica a las dos de la madrugada, una llamada telefónica imprevista a la que, somnoliento, respondió:
- ¿Quién demonios es?
- ¿Sergio? Soy Ali.
Silencio casi absoluto (los vecinos de arriba discutían), Sergio no pudo en ese instante calcular el tiempo que hacía que no hablaba con esta mujer (en verdad aún no se había percatado de que precisamente Ali le estuviese llamando, y a las dos de la madrugada).
- Mira, ya sé que es muy tarde, por eso mañana nos hacemos las preguntas clásicas de reencuentros. Voy al grano: tengo insomnio desde hace unas semanas, he probado muchas cosas y el médico me ha dicho que recuerde algo que antes me hiciera dormir plácidamente y que lo practique. Pues te recuerdo a ti, cuando a veces dormíamos juntos: dormía de un tirón cuando a las tantas de la madrugaba caíamos rendidos de tanta charla. Te necesito: ¿puedo dormir contigo?
Silencio casi absoluto de nuevo, los vecinos ahora forjaban la paz resonando el colchón.
- ¿No puedes pedirme que te invite a un café? Intenta otra cosa, cuenta ovejas, ponte música relajante.
- ¡Ya lo he hecho! Con las ovejas llego hasta dos millones trescientos veinticinco y empieza a salir el sol; me he puesto todos los compositores clásicos… No hay remedio, estoy fatal, necesito probar esto último, sólo dormir contigo, por favor.
- No, lo siento mucho. ¿Crees que a mi novia le haría gracia? Mira Gloria, cariño, que una amiga mía tiene insomnio, y como a los quince años dormía como un corderito conmigo, pues quiere volver a probarlo. Joder, compréndela Gloria, que tiene insomnio.
- Suena perfecto, sólo tengo que estar acostada a tu lado. No tiene nada de malo, es algo limpio.
- Escucha música relajante, algo bueno. Es la única forma en la que puedo ayudarte.
- ¿Si no funciona de nuevo podré dormir contigo?
- No, porque funcionará.
- Lo haré de nuevo pero no dormiré.
- Dormirás, si no mañana lo hablamos mejor.

Y se arrepintió de haber dicho eso: la noche siguiente apareció Ali en la puerta con su pijama de perritos y la almohada. Sergio preparó dos vasos de leche y ella le contó cuándo comenzó su problema, que trabajaba de animadora infantil y poco más. Estaba tan desesperada por dormir que Sergio no pudo negarse, en nada la tenía a su lado recostada.
- ¿Cómo es que al final me has dejado?
- Porque Gloria estará fuera hasta el domingo.
- ¿Dónde está?
- En el pueblo de sus padres.
- Entonces hasta el domingo tenemos tres noches.
- ¿Cómo que tres?
- Y más que deberían ser, tengo que crear un hábito mental, si no, no vale.
- ¿A qué médico vas?
- Pues a uno, ¿por qué?
- Para felicitarle por sus espléndidos tratamientos.
- Pues la verdad es que es muy bueno.
- Te voy a poner el saxo de Stan Getz, no puede ser que no te relaje la música de este hombre.
- Si seguro que es muy bonito pero a mí esto no…
La habitación se ambienta con los ritmos de una bossa nova y un saxo.
- Escucha, calla. Qué delicadeza, ¿no sientes cómo se recrea?
- Sí, siento algo…
- ¿Te relajas?
- No, la verdad es que eso del saxo me parece bastante erótico...
- Entonces será mejor quitarlo. ¿A qué hora pongo el despertador?
- ¿Vas a poner despertador?
- Yo mañana trabajo a las nueve.
- ¿Y no me puedo quedar un poco más?



- Anoche no dormí nada, pero creo que estuve a punto.
- Esta noche entonces caerás.
- Eso espero. Oye, me gustaría saber una cosa.
- Dime.
- En el instituto, la gente me decía que yo te gustaba. ¿Era cierto?
- Sí, lo era.
- ¿En serio? ¿En qué te fijaste en mí?
- Pues los niños de dieciséis años se fijan únicamente en dos cosas, Ali.
- ¿Ah, sí? ¿En qué?
- En la cara y en la pechera…
- Vaya.
- Pero yo para entonces ya tenía la madurez suficiente como para fijarme en otras cosas que pasan desapercibidas en esa etapa.
- ¿En qué cosas?
- En las caderas, yo por entonces sabía palpar buenas caderas.
- Vaya, entonces te gustaron mis caderas.
- Sí, y tu forma de ser, claro, es lo primordial.
- Pues te dejo experimentar cómo han evolucionado en estos años mis caderas.
- No gracias, ya no me interesa, que no significa que no me parezcan hermosas.
- ¡Venga toca!
- No, esta noche soy yo quien se altera por tu culpa. A dormir.
- ¿No pones el despertador?
- Mañana no trabajo.
- Entonces desayunaremos juntos.



- Esta vez tuve un par de lagunas, creo que dormí un poco, muy poco pero algo.
- Eso es buena señal, mañana ya no podrás estar aquí, lo sabes.
- Sí, no te preocupes.
- Pues aprovecha la noche, a ver si lo consigues.
- Espera un momento, quiero preguntarte una cosa.
- Venga.
- Si sentías algo por mí, ¿por qué no me dijiste nada?
- Porque te gustaba otro.
- Pero eso no explica que no me lo dijeras.
- Además, te quejabas de que tanta gente tan cercana a ti quisiera algo contigo, muchas amistades se te estropeaban. Es el inconveniente de las guapas, al menos eso consideran algunas. Yo no quería ser de esos.
- ¡No puedo creer lo que dices! No te arriesgaste nada.
- No me arriesgo por nada que sea bastante improbable.
- Pues pudiste equivocarte, igual que con todas las cosas que te callas. ¿Sabías que te llamaban el mudo? Mucha gente creía que ni sabías hablar.
- Da igual eso ahora, dejémoslo.
- Como quieras, pero un día te vas a atragantar con tantos silencios.
- Pues me moriré atragantado, qué se le va a hacer.

La mañana del domingo Ali desayunó con Sergio, le prometió que le contaría si conseguía dormir sola esa noche; antes de irse le aseguró que esta vez no dejaría que perdieran el contacto. Sergio se quedó solo en el piso, se alegró más de lo normal de la vuelta de Gloria al mediodía. Para celebrar la llegada salieron a almorzar fuera, Gloria le estuvo contando cómo estaban sus padres, que la próxima vez tenía que venir porque le echaron de menos. Salieron por la ciudad, fueron al cine y volvieron a la noche. Cenaron viendo la televisión y se acostaron.
A la mañana siguiente estaban preparando tostadas para desayunar cuando el teléfono de Sergio sonó, había llegado un mensaje: “¡He podido dormir sola, muchas gracias cariño! Te llamaré muy pronto, ¡gracias, gracias!”.
- ¿Quién era? –preguntó Gloria masticando una tostada.
- Uno del trabajo que está chalado.
- He dormido bien, nuestra cama es mucho más cómoda que la de la casa de mis padres.
- ¿Y no será mi compañía también?
- ¿Tú? Pero si no he dormido mejor ha sido por ti.
- No entiendo.
- ¿Es que has dormido algo? No has parado de dar vueltas en toda la noche.



Ilustración de Samagarú.

3 Comments:

Blogger SusM dijo...

A mi, a veces me cuesta conciliar el sueño... pero no creo que llegara al extremo de tu protagonista, no podria pedir ese favor. Me conformo con pensar que, a veces los sueños juegan a tu favor y puedes estar en sitios que en realidad no estarás nunca.
Cuidate!! B7s!!

2:20 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

=) Muy real y con los nudos que sabes que enganchan.
Un abrazo.

11:27 p. m.  
Blogger * Kafka´s Doll * dijo...

Yo no quiero que Sergio se atragante de un silencio... No podrías escribir una entrada con lo que calló ? Así todos dormiríamos mejor. :)

2:35 a. m.  

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