sábado, junio 09, 2007

Cambio de papeles

(Relatos bajo el flexo)

No tenía ganas de ir a ese concierto, había tenido un día de aúpa y, encima, me había venido la regla. Reconozco que me vuelvo intratable fácilmente, demasiado quizás, pero qué se le va a hacer si soy un poco irascible. Por eso, aunque tenía planeado ir al concierto desde hace bastante tiempo, casi prefería quedarme en casa. Pero no lo hice, acabo de decir que soy un poquito inestable, ¿no?

De modo que fui. Aquella pequeña sala de conciertos es acogedora pero las butacas están tan desgastadas que un leve movimiento de culo provoca un molesto crujido. Si tenemos en cuenta que los culos inquietos en los conciertos abundan, os podéis imaginar la situación. Pero, sinceramente, me olvidé de todo eso… el concierto me llegó tan adentro que me hizo olvidarme de mi insistente menstruación, por momentos, porque aquella serenata de Tchaikovsky para orquesta de cuerda tan sentida estaba compuesta con los nervios a flor de piel, y se notaba. Según leí en el programa, esto fue lo que el genial compositor ruso apuntó encabezando la partitura: “Cuanto más numerosos sean los efectivos de la cuerda, mejor se corresponderán con los sentimientos del autor”. Se entiende perfectamente…

Así que el concierto fue como una introspección musical de todo lo que se estrechaba en mi interior y que rondaba en mi cabeza…

Un momento, no es justo, no quiero pensar en esas calamidades de nuevo. Seamos sinceros: soy un personaje de ficción y no existo, si no tengo más vivencia que la que marcan estas limitadas líneas, digo yo que me merezco tener una existencia a mi gusto. Así que me permito romper los pactos novelescos y narrativos que hagan falta y exijo hablar con el autor de esta maquinal farsa de letras. ¡Eh! ¿Me has leído? ¡Aperece! … Vamos, no finjas no haber leído nada. ¿Hola?
- Hola.
- ¿Cómo te llamas?
- Carlos.
- Vaya, un hombre... ¿edad?
- Veintidós.
- Corrijo… un hombrecito.
- ¿Y yo qué edad se supone que tengo?
- De edad similar… no lo había concretado.
- Pues tengo veintitrés.
- Ajá, de acuerdo.
- Dime Carlos, oh gran creador que no ha tenido en cuenta mi edad concreta: ¿cómo te atreves a escribir sobre lo que siente una mujer alguien tan joven como tú y, encima, en primera persona? ¿Qué sabes lo que puede sentir una chica como yo?
- Pues…
- ¡Seguro que apenas has tratado con mujeres para saberlo!
- Bueno…
- Qué, ¿te comió la lengua el gato? ¿Qué es lo que dices a eso?
- Que seguramente tengas razón. ¿Quién soy para escribir de ti? Si ni siquiera sería capaz de escribir sobre mí mismo. Supongo que, aparentemente, es más fácil escribir sobre otros e inventarte todo. Pero no tenía en cuenta esto…
- El qué.
- Que fueras a rebelarte. Perdona, no debería escribirte.
- Espera, vale… quizás me he pasado. Estaba un poco irascible.
- Oye, hemos interrumpido el concierto y ni nos hemos dado cuenta, deberías salir porque nos están mirando con muy mala cara…
- Cierto… voy a salir fuera.
- …
- Ya estoy. Lo que te decía era que no te lo tomes a mal. Pero es bastante duro ser un personaje (y encima de un relato, que es como morir a los veinte), para tener una historia en la que recuerdo penas y sufro la regla.
- Comprendo. Me ha sorprendido tu apego vital… quizás merezcas más ser escritora que ser escrita. Que seas tú la que vive en la vida real y yo el personaje de un relato.
- Bueno, no seas trágico hombre. Ya he asimilado cuál es mi lugar, ocúpate tú del tuyo. A ver, ¿qué iba a pasar luego, eh?
- ¿En tu historia?
- Sí, claro, ¿dónde si no?
- Pues salías afuera bastante renovada del concierto, ibas a comprarte un disco con una buena edición del mismo concierto y te comías un showarma, pensando que era tan bueno que no merecía la pena pensar más por hoy.
- Vaya, me gusta el final… tonta que he sido por ponerme así.
- No pasa nada.
- En fin, la verdad es que eres majo.
- Gracias.
- ¿Y ahora cómo acabarás esto?
- La verdad es que no lo sé. Pensaba dejar de escribir ahora, tengo que irme.
- ¿¡Y dejarme así sin acabar!? Menuda desconsideración.
- Déjame acabar otro día, anda, te dejo mientras escuchando el concierto.
- ¿Pero no se habían molestado? ¿Cómo entro yo allí ahora?
- No te preocupes, eso lo cambio yo.
- Venga, pero termina lo que tienes pendiente conmigo, ¿eh?
- Eso no suena muy bien, pero lo hago, confía en mí.
- ¿Cambiarás algo?
- Puede ser, pero no te preocupes, será algo bueno, me da apuro hacerte daño ahora.
- Oh, qué tierno. Un placer hablar contigo.
- El placer ha sido mío.

Y el concierto continúa deleitándome por el momento…

8 Comments:

Anonymous Anónimo dijo...

o.o
Interesante y curioso, sí...

2:31 a. m.  
Blogger Isabel dijo...

Al final fuiste al concierto eh?

Besitos

3:39 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Genial =) ¿Has leido a Unamuno? Suele tener esta clase de diatribas.
Saludos.

3:43 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Creo que es lo mejor que he leido escrito por tí...en serio :). Me recuerda levemente a algo que hemos hablado...y es un buen comienzo ;), asíque lo hablamos.

5:58 p. m.  
Blogger SusM dijo...

plas plas plas... me gustó, me sorprendió y me hizo sonreir... perfercto

9:39 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Despídela. En serio despídela, demasiado carácter, no te sirve. Podrías narrar grandes cosas, pero ahora seguramente te eche a ti la culpa de cualquier desgracia que le pase. Y a la mínima te llamará cuando tú estés en el baño porque no esté agusto con su guión. A todos nos gustaría escribir algo con alguien así, pero a la larga no son más que problemas.

10:56 a. m.  
Blogger Carlos (Sr. Chow) dijo...

Muchas gracias por vuestros comentarios.

Efectivamente, es una historia bastante unamuniana... el mérito, si tiene, no es nada mío. De hecho, pensé que tendría que haberlo titulado "Neblina", jeje.

Un saludo a todos.

3:02 a. m.  
Blogger illeR dijo...

Jajajajaja, me ha encantado, y deberias salir con este presonaje, me gusta, tiene caracter. Por cierto que deberias ponerla nombre, pobrecilla, o mejor que te lo diga ella a ti, que escoja, como ha hecho con la edad ;)

10:33 p. m.  

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