Nubes pobladas
(Relatos bajo el flexo)
Degustando una bolsita de golosinas, un niño y una niña observan un inmenso edificio en construcción. En lo más alto, muy alto, altísimo del huesudo inmueble, justo donde sus pequeños ojitos alcanzaban a ver, los niños escrutaban incansablemente una de las vigas salientes. En ella, una fila de obreros almorzaba ajena al abismo que se abría bajo sus polvorientas botas.
- Fíjate dónde están -dijo la niña sin apartar la vista-. ¿No tendrán miedo de trabajar tan alto?
- Es su trabajo -responde el niño.
- Si suben hasta ahí arriba por un trozo de pan, ¿hasta dónde serán capaces de llegar por un sueño?
- Está claro -afirma el niño con total seguridad.
- ¿Hasta dónde?
- Pues hasta las nubes.
- ¿Hasta las nubes? -pregunta la niña confundida.
Los dos infantes se miran y, al mismo tiempo, estiran sus cuellos más allá de la viga hasta el cielo salpicado de nubes. Están unos segundos así, sin pronunciar palabra, siguiendo el lento navegar de los algodones volantes.
- Yo no veo a nadie en las nubes.
- Será que aún no alcanzamos a verlos.
Degustando una bolsita de golosinas, un niño y una niña observan un inmenso edificio en construcción. En lo más alto, muy alto, altísimo del huesudo inmueble, justo donde sus pequeños ojitos alcanzaban a ver, los niños escrutaban incansablemente una de las vigas salientes. En ella, una fila de obreros almorzaba ajena al abismo que se abría bajo sus polvorientas botas.
- Fíjate dónde están -dijo la niña sin apartar la vista-. ¿No tendrán miedo de trabajar tan alto?
- Es su trabajo -responde el niño.
- Si suben hasta ahí arriba por un trozo de pan, ¿hasta dónde serán capaces de llegar por un sueño?
- Está claro -afirma el niño con total seguridad.
- ¿Hasta dónde?
- Pues hasta las nubes.
- ¿Hasta las nubes? -pregunta la niña confundida.
Los dos infantes se miran y, al mismo tiempo, estiran sus cuellos más allá de la viga hasta el cielo salpicado de nubes. Están unos segundos así, sin pronunciar palabra, siguiendo el lento navegar de los algodones volantes.
- Yo no veo a nadie en las nubes.
- Será que aún no alcanzamos a verlos.
Fotografía: Almuerzo en lo más alto de un rascacielos, 1932. Charles C. Ebbets
Escrito por Carlos (Sr. Chow) a la/s 4:45 a. m.
17 Comments:
precioso relato, ojalá siga habiendo niños como ellos, en los tiempos que corren la inocencia escasea cada vez mas.
un besazo!
Mmmh... vale, yo digo que en el fondo no nos engañamos y que preferimos eso de quedarnos con las realidades antes que arriesgarnos al ziuuuuuuu-flofsss... del coyote de la warner bros :)
Bueno, pero no pienses en lo que acabo de decir porque en el fondo es un poco deprimente :d
Sabes que esa foto me encanta, se podría sacar mucho, mucho de ella...
Tanto me gusta que acompañarla de un texto siempre me pareció arriesgado.
Pero puñetero, que ahora... me gusta más. Genial
http://www.poster.net/anonymous/anonymous-dining-out-2203726.jpg
Súcubo: Gracias por leerlo, mujer. Pero es curioso, cuando lo escribí no pensé en la interpretación del candor de la infancia. Sino en la posibilidad humana de ascender por los deseos: si es posible que exista un poblado en las nubes, o, por el contrario, que sea un lugar desierto.
Nepomuk: Tranquilo Nepomuk, puedes decir lo que quieras, por muy deprimente que sea: estás ante un pesimista muy soñador.
Mayka: Me alegro que te haya gustado mucho. Bueno, verás, te lo contaré anda: lo cierto es que esa pequeña historia surgió de una dedicatoria para un regalo. Qué cosas, ¿eh?
Sabejal: ¡Muy buena imagen! Yo añado otra: es una variante del "Almuerzo en lo más alto de un rascacielos", se titula "Hora de descanso, Rockefeller Center".
http://images.art.com/images/-/Charles-Ebbets/Break-Time-Rockefeller-Center-1932--C10290039.jpeg
¡Saludos!
Sueños en las nubes... quizá no los alcanzamos por vértigo a las alturas, por miedo a ese sueño...
Querido Terminus, creo que depende de cada uno. Hablando desde mi experiencia, si no los alcanzo es porque no puedo. En algunos me siento con tanta fuerza para lograrlos... pero es cierto que con otros aún tengo inseguridad.
No estoy con los pies en la tierra, pero ni de lejos he alcanzado las nubes.
Gracias, un brindis.
Me temo que actualmente el común de los mortales, somos capaces de llegar más arriba por el trozo de pan que por un sueño. No me hagas mucho caso, me levanté pesimista.
Un abrazo
Te digo lo mismo que a Nepomuk, amigo. Es más, pesimista o no, yo también creo lo que dices.
La pureza de un soñador nato lo considero poco común.
Otro abrazo.
Permiso, Gabi no debería sentirse así, pues es él quien fabrica nubes, o no?. Bien, sueños y panes tienen mucho en común, creo; uno, alimenta el alma,el otro la carne.
Pero, quién soy yo para querer amenizar el pesimismo que anda acechando desenfrenadamente?.
Un gusto este paseo ;)
por el trozo de pan, la casa, el coche, la televisión de plasma, el viaje a cancún... todo para ocultar nuestros sueños a nosotros mismos y conformarnos con el que parecen tener los demás: "el sueño americano"
Salud
¿Verdad Insanity? A mí también me sorprendió el comentario de Gabi; quiero creer lo que él dice, que se levantó pesimista.
Un gustazo leerte.
Sabejal: reconozco que yo he optado por comprar felicidades materiales. Eso sí, estaba el arte por medio...
Como dices, no nos ocultemos y no nos conformemos con ese tipo de felicidades.
Un abrazo.
bueno, a veces me quedo corta en las interpretaciones...
es que soy mas simple que las amapolas :)
besos!
No, no, no... por favor, no pienses eso, mujer. Lo que has aportado es acertadísimo, y te secundo. Las interpretaciones son subjetivas. La concepción del autor y del lector puede coincidir, puede ser distinta e incluso abismal.
El relato es protagonizado por niños, es más natural tu lectura. Digamos que mi intención era más intimista, jeje. Pero aquí estamos para compartir experiencias y opiniones, ¿verdad? Mientras el estudio no sea totalitarista...
Y me sorprendo: distintas interpretaciones en mi humilde escrito…
¡Un beso a ti también!
Siempre me ha encantado esa imagen :)
Y a mí me ha encantado que, de forma imprevista, te hayas pasado por aquí.
Gracias mujer, ¡un saludo!
Muy linda la historia... ojalá siempre conservemos esa magia de la niñez.
Saludos!
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